La Policía Nacional ha detenido a dos hosteleros por explotación laboral. Son padre e hijo. Según se explica, las víctimas eran explotadas laboralmente “en condiciones de semi esclavitud, aprovechando su desesperada situación de necesidad personal y económica y sin la más mínima protección ante posibles contagios por COVID-19”.
La Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Jefatura Superior de Policía de Melilla tuvo conocimiento de la posible situación de explotación laboral “en condiciones extremas” de dos ciudadanos marroquíes de 51 años “que trabajaban de camarero y churrero en un establecimiento ubicado en la Plaza de las Culturas, quienes incluso dormían en el interior del local”.
Tras comprobar los hechos en los días previos a la intervención, se recabó la participación de la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social.
Una de las víctimas se encuentra en situación irregular en España al carecer de autorización de residencia y trabajo, mientras la otra cuenta con autorización como trabajador transfronterizo, “si bien las condiciones de trabajo eran abusivas e ilegales”.
Se asegura que estaban sujetos a interminables jornadas laborales de 06:00 a 00:00 horas “sin descansos para la comida, sin derecho a pagas extraordinarias, vacaciones y permisos, ni bajas médicas remuneradas”. Asimismo, el empleador no les proveía de guantes ni mascarillas para su protección y la de los clientes respecto de posibles infecciones por la COVID-19, “teniendo que adquirirlas ellos de sus ya exiguos salarios”.
Amenazas de agresión física
El extranjero en situación irregular llevaba trabajando ilegalmente en Melilla desde hace 13 años y, en concreto, como camarero en ese local desde hace seis años, “sin contrato, sin alta en Seguridad Social y a cambio de 120 euros mensuales”. Trabaja sin cobrar nada desde que se abrió el local tras el estado de alarma.
Aunque cuenta con contrato laboral, el trabajador transfronterizo está dado de alta en Seguridad Social con un contrato de 20 horas semanales, “cuando en realidad realiza alrededor de 18 horas diarias a cambio de unos 600 euros mensuales, situación que se ha prolongado desde el año 2005”.
En ambos casos, se destaca, sufrían de manera cotidiana insultos y agresiones verbales para que realizaran mejor y más rápido su trabajo “e incluso amenazas de agresión física cuando solicitaban una mejora en sus condiciones laborales”.
Caridad para poder comer
Los ahora detenidos aprovechaban la situación personal de estas dos personas “de manera inhumana”. Dormían en el interior del local en colchones en el suelo y se aseaban en los lavabos de los clientes “en condiciones sanitarias y de ventilación insalubres”. Tras su jornada laboral comían por la noche “los alimentos provenientes de la caridad de los vecinos de las viviendas colindantes”.
Los dos detenidos como responsables de explotación laboral son de nacionalidad española -padre e hijo- de 60 y 32 años, gerente y encargado del establecimiento respectivamente, quienes habrían dejado de abonar a la Seguridad Social en concepto de impago de cuotas por estos dos trabajadores unos 60.000 euros.