Aboga el presidente de la Ciudad por “luchar” para alcanzar mayores cotas de autonomía, libertad y progreso, de ahí que crea que, “como cualquier norma”, el Estatuto de Autonomía debe adaptarse a la evolución de la sociedad, “algo que requiere una respuesta de la política y de las instituciones”. De hecho, asume que, “en fecha que no puede ser muy lejana”, habrá que “reflexionar, discutir y acordar” la mejora “y potenciación” de la capacidad autonómica de Melilla y está seguro de que, cuando llegue ese momento, se dejarán aparcados los intereses de partido y las ambiciones personales “para alcanzar el necesario consenso que mire por el bien general y el futuro de esta ciudad y de su gente”.
Apunta Eduardo de Castro que se trata de sumar, de arrimar el hombro, que la señalada “debería ser la hoja de ruta a seguir”. Defiende que, “como el resto de comunidades autónomas”, no se debe renunciar a celebrar, a dar el espacio y la relevancia que merece el Estatuto de Autonomía, “lo que no empece en modo alguno la celebración otras fechas conmemorativas e importantes como el Día de Melilla”. Recalca que, “por supuesto”, el de hoy es un día para celebrar y para recordar a José Manuel García Margallo, a Rafael Cañamaque, a Juan Ríos García, a Julio Bassets y, por último, a Carlos Benet, a diputados y senadores “que lucharon por que tuviésemos un Estatuto”.
“Tras más de una década de posiciones encontradas”, pone en valor que el Partido Socialista y el Partido Popular “supieron ceder para alcanzar un consenso”, que Melilla no podía ser una excepción, “porque tenía que integrarse plena y satisfactoriamente en la nueva organización territorial de las comunidades autónomas prevista en el Título VIII de la Constitución”. Fue el 10 de octubre de 1981 cuando se aprobaba por mayoría absoluta de sus concejales que Melilla se constituyera en Ciudad Autónoma, un largo proceso que culminó el 13 de marzo de 1995 con la promulgación del Estatuto de Autonomía, “un salto cualitativo para la presencia institucional de Melilla”. Indica que. “preservando las competencias municipales, el nuevo estatus autonómico “supuso un antes y un después en el desarrollo político, institucional, social y económico, completando así la España de las autonomías”.