Los decanos y directores de todos los centros de la Universidad de Granada en Granada, Ceuta y Melilla han remitido un escrito al consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía en el que se expresa su más “absoluto desacuerdo” con la decisión de suspender la docencia en la Universidad de Granada durante 15 días.
Moviéndose un espíritu constructivo, “conscientes de la difícil tarea que es gestionar una pandemia”, entienden que el único objetivo debe ser tomar la mejor decisión posible “teniendo en cuenta los distintos factores a considerar que van desde la salud de las personas, su formación y futuro profesional, las libertades individuales o el impacto económico y social”.
Consideran que el cierre de la Universidad de Granada sería un error. En su opinión, es evidente que el efecto de esta medida será la disgregación del estudiantado de la UGR por todo el territorio nacional, “más de 20.000 estudiantes de fuera de la provincia que a todas luces regresarán a sus casas en cuanto no haya la obligación de la asistencia”. Como profesores, se apunta que son conocedores de los usos y hábitos de los estudiantes y que su experiencia indica que la docencia telemática “acarrea un estilo de vida más activo y social, con todo lo que esto conlleva en la propagación de la enfermedad”.
Si se consideran estos dos factores, se remarca en ese escrito que lo que inicialmente se puede intuir como una medida lógica para evitar mayores contagios, podría convertirse en todo lo contrario, haciendo de “catalizador” de nuevos focos alejados del control de la universidad “que desde el comienzo de curso lleva un riguroso seguimiento”.
“Siguiendo estrictamente las medidas sanitarias que la propia Consejería proporcionó”, se puntualiza que los datos nos indican que las aulas “no son focos de contagio”. Defendiendo que a los estudiantes no se les puede robar el derecho que tienen a recibir una formación presencial, le piden al consejero Elías Bendodo que antes de tomar una medida de este tipo se consulte a expertos epidemiólogos que, defienden, “les confirmarán el enorme error que desde el punto de vista sanitario sería suspender la actividad docente de la Universidad de Granada, cuando son precisamente sus aulas los lugares más seguros de la ciudad”.